miércoles, 3 de febrero de 2010

Agendando en Febrero ...

Agendando en Febrero ...

Año a año en Diciembre, en fechas cercanas a las tradicionales fiestas, al igual que muchos otros colegas recibo presentes de mis clientes y también atenciones de distintas aerolíneas.
Es muy común por parte de las líneas aéreas enviar almanaques, tazas, lapiceras, pendrives, material promocional, botellas y también agendas.
En varias oportunidades he recibido varias agendas simultáneamente, pero este año en Diciembre, no recibí ninguna.
No me preocupé porque sabía que la misma podría llegar en los primeros días de Enero (esto ha sucedido en alguna ocasión debido a retrasos de las empresas que realizan las entregas).
Durantes las primeras semanas de Enero estuve de licencia, y esperaba que al retornar a la oficina tuviera disponible como mínimo una agenda.
A mi reintegro me encontré con la sorpresa de que no había agenda! (ni grande, ni chica, ni siquiera una obsoleta agenda sin uso del 2008). Nada de nada .....
Este año, por recortes presupuestales, ninguna aerolínea había enviado agendas, ni tampoco lo había hecho ninguna otra empresa de las que habitualmente recibía estas atenciones.
Por toda una semana me negué a aceptar el hecho y estuve anotando los pendientes en papelitos sueltos y al dorso de hojas mal impresas que no se precisaban. Durante todos esos días, al mejor estilo Minguito, estuve sacando papelitos de mis bolsillos, anotando en ellos, tachando tareas ya realizadas, engrampándo más papelitos y luego guardándolos en cajones.
Finalmente no tuve más remedio que aceptar el hecho de que no recibiría una agenda, y que si quería contar con una la única solución era comprarla ....
Ya decidido esperé al fin de semana con la idea de aprovechar nuestra visita al supermercado para adquirir una.
Tengo que reconocer que no fue tarea fácil. Tenía para escoger entre la agenda de “Pascualina”, la “Maitena”, la “Mis 15”, la “Murphy”, la “Paulo Coelho”, la “Mafalda”, la “Disney”, la “Zodíaco”, la “Gaturro”, la “Casi ángeles”, la “Ben 10”. Por un momento llegué a creer que no podría elegir ya que las opciones eran interminables .....
Los precios de todas estas agendas temáticas excedían lo que yo quería invertir, y además no eran ni lo suficientemente serias ni sobrias como para ser usadas en una oficina. Seguí buscando hasta que encontré una sencilla pero formal, que se adaptaba perfectamente al uso que pretendía darle.
El precio de dicha agenda tampoco me pareció conveniente y cuando pasé por la caja a modo de broma traté de regatear con la cajera el precio de la misma.
Le argumenté a la funcionaria del supermercado que a esta altura ya las agendas eran un artículo que debía estar en liquidación por hallarse fuera de temporada (la zafra era en Diciembre).
Al no ver convencida a la cajera agregué a mis argumentos que a esta altura ya no usaría un mes completo, por lo que lo justo sería dividir el precio de la agenda entre los 12 meses y multiplicarlo luego por 11 (que serían las partes que realmente utilizaría de la misma).
Mis argumentos no fueron aceptados por la empleada del supermercado que no entendió la broma y poco faltó para que llamara a Seguridad (por unos cuantos meses no voy a volver a esa sucursal)
En la siguiente jornada laboral (con agenda nueva) estaba dispuesto a realizar anotaciones , guardar datos y agendar recordatorios de forma prolija y coherente.
Los primeros datos agendados fueron vencimientos de reservas, cotizaciones pendientes y varias gestiones a realizar en los próximos días.
Ya con varias anotaciones realizadas en la recién estrenada agenda y unos minutos libres, se me dio por revisar el contenido de las primeras páginas.
Gracias a la primer página descubrí que mi agenda se llama StiluS, y con mucho “estilo” la última S va en mayúscula y escrita al revés (en espejo).
La carilla al dorso de la primera fue la única que encontré útil. Allí tenía los calendarios del 2009 y también del 2011 y un detalle de los feríados de los países del Mercosur.
De allí en más comenzaba el desperdicio ...
La próxima hoja venía con un amplio formulario para que uno completase sus datos personales ...
Los espacios a rellenar eran interminables y la mayoría de los datos no eran de uso diario.
Dudé de la utilidad del formulario ya que el día que uno precise alguno de esos datos seguro que ni recuerda que allí los tiene anotados. Tampoco encontré útil tener esos datos allí, para un supuesto caso de extravio de la agenda, ya que con seguridad, nadie se molestaría en buscarlo a uno para devolvérsela (sé de varios robos de portafolios en los que ni siquiera se pudo recuperar la agenda).
Es más, con tantos datos específicos, donde uno extravíe la agenda la situación se presta más para un robo de identidad (al mejor estilo película americana), que para que se la devuelvan.
Razonando un poco, el completar los datos específicos de su vehículo y sus bienes inmuebles se presta también para que a uno le hagan una visita los amigos de lo ajeno (en su propio domicilio).
Ni mencionar el apartado especial para los datos de la tarjeta de crédito y del cajero automático! (realmente no sé en qué estaba pensando quien diseñó esta carilla).
Siguiente carilla: un detalle de las calles del Centro y Ciudad Vieja, con su actual nomenclatura y con su correspondiente flechado. Una hoja totalmente al pedo!! No imagino a nadie caminando y orientándose con la agenda abierta, o buscando una calle a partir de la misma (en caso de que alguien tenga dudas siempre recurrirá o a la guía telefónica o a cualquiera de los tantos mapas de Montevideo que se pueden hallar en internet).
Enfrentada a la hoja de las calles, otra tan al pedo como la anterior: “principales rutas del Uruguay”. Una carilla entera con líneas rectas emulando a las rutas, con sus correspondientes números y con los nombres impresos de las principales ciudades/pueblos por las que pasan.
Honestamente no creo que quien necesite transitar por alguna de esas rutas recurra a las páginas de su agenda para coordinar su viaje.
El siguiente par de hojas son muy decorativas y coloridas, pero tan inservibles como los demás.
En la primer carilla a color se encuentra un mapa de Montevideo, el cual solo tiene delineadas las principales avenidas, los nombres de los barrios, y además cuenta con sobreimpreso de las tan necesarias líneas férreas (me sentí aliviado al saber que contaba especialmente con este último dato)
La segunda y última carilla a color presenta un mapa político de nuestro país con la red de rutas principales que lo recorren. Quizás la idea pueda parecer práctica, pero desafió a cualquiera que no conozca las rutas de nuestro país a recorrerlo solamente con la ayuda de este mapa.
Honestamente esa hoja es tan inútil como el resto de las anteriores, y le recomiendo a quien decida hacer turismo que se compre un mapa de rutas de verdad.
Me alegré mucho al dar vuelta la página y encontrar media carilla que podía resultar útil: un cuadro de distancias aproximadas en kilómetros. Afortunadamente era de distancias entre departamentos de nuestro país y no hacía referencia a la distancias entre Timbuktú (Mali) y Uagadugú (Burkina Faso)
Lo que sí era al santo pepe era la mitad superior de dicha carilla: un planisferio con detalle de los husos horarios bajo el texto de “Hora Legal”
El título me dejó divagando y llegué a la conclusión de que cualquier otra hora que no estuviera allí comprendida era una profuga rebelde y estaba fuera de la ley.
Observé atentamente el planisferio y como se marcaban apenas unas pocas ciudades, a menos que uno supiera mucho de geografía, el mismo no era nada práctico. Esto sin tener en cuenta además lo engorroso que termina siendo el sumar o restar horas, especialmente si hay que tener en cuenta los cambios de horario por aprovechamiento de la luz solar, etc. (mejor usen internet!!)
Mi agenda continuaba con una hoja dividida en 2 cuadros principales.
El superior corresponde a los tipos de cambio de venta del Dólar desde Diciembre de 1979 hasta (supuestamente) la fecha actual. Esto me molestó de sobremanera porque razoné que ya bastante penurias tiene la vida como para que encima nos marquen en la agenda lo jodidos que estamos!
Para peor el cuadro ni siquiera estaba completo, ya que el último dato correspondía al tipo de cambio de Marzo de 2009 (evidentemente la agenda se mando a imprimir en Abril de 2009)
El cuadro inferior presentaba las variaciones del valor de la Unidad Reajustable, desde Diciembre de 1977 hasta Abril de 2009.
Al dorso una aburrida e inútil tabla para fijar fechas de vencimientos acompañada de una tabla de conversión de porcentajes. Esta hoja estaba enfrentada por otra con una gran tabla que se titulaba Contenido de los Alimentos (detallaba calorías, grasa, colesterol y sodio de una cantidad variada de alimentos, siempre en base a una ración determinada)
Sinceramente no logré imaginar a ninguno de mis conocidos planificando su dieta con su agenda Stylus abierta (continuamente sumando y calculando calorías), mientras usan simultaneamente la tabla de conversión de porcentajes, y por supuesto la de vencimientos.
Las siguientes 2 carillas eran un enorme planillado bajo el encabezado “Estimación de Gastos”.
Conté las filas designadas para los conceptos de gastos e inmediatamente me di cuenta que la cantidad no eran suficiente para adecuarse a mis necesidades (en mi caso inexplicablemente los gastos aumenta mes a mes en progresión geométrica, y precisaría el doble del espacio previsto)
La última carilla antes de dar paso a la agenda en sí era un par de planillas. Una para agendar fechas importantes (cumpleaños, aniversarios, etc) y la otra para agendar fechas en que uno realiza prestamos de objetos y fechas en que éstos son devueltos.
En teoría son buenas ideas, y para que estas funcionen solo es necesario chequear periódicamente dicha tabla. En mi caso personal sé que no funcionaría porque a medida que avanzo en la agenda, no suelo volver atrás a chequear nada (avanzar sí, retroceder jamás!)
Finalmente me tomé la molestia de chequear cuantas eran las hojas “previas” que se podrían haber eliminado de la agenda, sin que ésta perdiera su utilidad: 7 hojas, 14 carillas impresas inutilmente.
Multipliquen por la cantidad de agendas impresas. Hubiésemos evitado talar un par de árboles no?
No es mi intención aburrirlos contándoles cuantas horas me llevó llenar el “directorio telefónico” que viene al final de la agenda. Solo les voy a contar que me sentí nuevamente un escolar tratando de escribir con mi mejor caligrafía en dicha sección. Una vez que terminé de copiar todos los datos, me sentí un reverendo tonto, ya que recién ahí me di cuenta que los mismos números telefónicos los tengo ingresados en la agenda de mi celular ...
Después de tantas quejas y críticas, sé que no voy a estar dentro de las plegarias de Rusconi y de otros fabricantes (ya debo haber sido declarado persona non grata e incluído en sus listas negras).
En Diciembre de 2010 voy a evaluar seriamente eso de seguir con los papelitos sueltos ....


Walter Vitureira
primate agendado

No hay comentarios:

Publicar un comentario